lunes, junio 27, 2005


Amanecerá y veremos...

COSILLAS VARIAS

En primer lugar, que tristeza lo del Santa Fe... Se dejaron robar un partido en dos minutos, cuando era posible hacer mucho más. Pero bueno, eso no desmerita la excelente campaña albirroja, ni les quita que, por primera vez en muchos años, Bogotá vivió la fiesta del fútbol como merece vivirla, en primer plano. Un poco exagerado el optimismo de los medios capitalinos de alcance nacional, que se olvidaron de este alcance y le dieron demasiado espacio a Santa fe, dejando ver una vez más su parcialidad hacia Bogotá y lo poco que les importa lo que pase allende sus fronteras.
En segundo lugar, esperemos que la tan anhelada apertura de la troncal de Transmilenio por la NQS no se convierta en un calvario, como lo fue en la Caracas y en el Eje Ambiental, que por estos dias está cerrado. Los bogotanos hemos sido testigos de obras de una magnitud y un costo enormes, que si están bien hechas van a resultar muy benéficas para el desarollo urbano de nuestra capital, pero si no lo están entrarán en la lista de monumentos a la incompetencia administrativa, al despilfarro y a la corrupción que abundan en nuestro conjunto de obras públicas. Prueba de fuego para Lucho, ojalá su buena voluntad haya servido para que las obras funcionen como deben, y su lucha contra la corrupción haya dado resultado.
En tercer lugar, prometo hacer un artículo más extenso respecto a la situación de los reinsertados en Teusaquillo. Por ahora, los dejo con un artículo escrito por Eduardo Arias para Soho en el que se refiere a esta situación. Disculpen la brevedad de este 'post', estoy algo enfermo y no había podido sentarme a escribir. Gracias por su comprensión y hasta el miércoles.

viernes, junio 24, 2005


Yo tengo ya la casita...

¡CASITA PARA MI GENTE!

Esa parece ser la consigna de la mediatizada creación del fondo distrital de subsidios para vivienda, bautizado con el rimbombante nombre de Pacto por el Hábitat Digno. Tarea difícil la de este nuevo organismo: solucionar los problemas de vivienda ilegal en Bogotá, sobre todo en sectores como Usme y Ciudad Bolívar, es una tarea ardua. Aquí voy a hablar específicamente de la primera localidad, cuya problemática conozco de primera mano.

Usme es un sector deprimido, al cual llegan cada año entre 20 y 50 mil desplazados a “invadir” terrenos para construir “casas”, cambuches de 5x5 metros con techos de zinc a medio poner, sin agua ni fluido eléctrico legal. La deserción escolar es del 70%, y la edad promedio de procreación es 15 años. La inseguridad, la nula presencia del organismo que dice llamarse “autoridad legítima” –léase Policía Metropolitana de Bogotá- y los altos índices de consumo de drogas y de trabajo infantil son muestras del gravísimo problema social que se sufre allí.

Para colmo, adivinen de que vivía una buena parte de sus habitantes: sí, señoras y señores, acaban de encontrar la respuesta del millón; de la venta ambulante. Va a ser imposible, en una palabra, que Lucho logre hacer de Usme un “hábitat digno” si sigue haciendo las cosas como las ha hecho hasta ahora. Con soluciones coyunturales como los Comedores Comunitarios, e imponiendo subsidios a personas cuyos trabajos son cada vez más difíciles de realizar y que por ende tienen cada vez menos ingresos -lo que lógicamente les impide tener la capacidad de ahorro suficiente como para aplicar a un subsidio de vivienda- no va a atacar el problema de raíz, lo que es especialmente grave por dos razones. Primero porque ellos, los pobres, fueron quienes lo eligieron; y segundo, porque se demuestra que en este país los desposeídos siempre han, y me perdonan la expresión,’valido huevo’.

Una pobreza como la de Usme requiere soluciones estructurales, complejas y difíciles. No pañitos de agua tibia, porque ¿de qué sirve que los niños coman si ir al colegio no les permite sobrevivir mejor ni les garantiza algo más que un cartón, mientras que les hace perder un par de valiosos años de trabajo?. Cuando la gente pobre no sólo de esta localidad sino de toda nuestra ciudad –sí doctor Peñalosa, en Bogotá hay más pobres que gente ‘play’, y si quiere ser candidato presidencial tiene que tener en cuenta que en el resto del país la cosa es aún peor y que la cosa no se soluciona pintando paredes ni poniendo parques- tenga en efecto posibilidades reales de desarrollar sus capacidades y tener ingresos suficientes para medio vivir dignamente, es que realmente podré pensar que Bogotá es una mejor ciudad. Si Lucho quiere ‘casitas pa’ su gente’, piense primero en la gente y después en las casitas.

miércoles, junio 22, 2005


En Bogotá no sólo leen las "gordas" de Botero.

ENTRE LETRAS Y PALABRAS SE HACE CIUDAD

Bogotá será la capital mundial del libro en 2007. Que buena noticia. La UNESCO reconoció el enorme esfuerzo que desde hace años se hace en nuestra ciudad en el sentido de promover y democratizar la lectura. La creación de la Red de Bibliotecas, la campaña “Libro al viento”, la ampliación y fortalecimiento de la Feria del Libro y la instauración de clubes de lectores en los sectores han sido esfuerzos loables; hay que reconocer a las últimas tres administraciones que efectivamente, al menos a los ojos de la comunidad internacional, se ha logrado el objetivo.

Pero sea esta una oportunidad para la reflexión. No recuerdo donde leí –que ironía- que en América Latina existe ya un veto a la lectura sin necesidad de que los gobiernos ‘metan la mano’: los libros están al acceso de una minoría. La industria editorial y las universidades también deben poner de su parte, se quejan de la piratería y del ‘mercado del usado’ –entre otras cosas una de las mejores experiencias que todo lector puede tener- pero no hacen nada para poner su mercancía al alcance de más personas, de aquellas que no tienen otra opción que comprar sus libros en la calle o sacarles fotocopias de los ejemplares de las bibliotecas.

La actividad literaria tampoco halla en Bogotá el mejor lugar para desarrollarse. Todos los nuevos, exitosos y vendedores novelistas de esta década son egresados de las facultades de Literatura que se van a Europa. Y no es que Bogotá sea menos ‘mágica’, quien salga una noche cualquiera al Centro sólo a ver el paisaje humano me dará la razón; es que en Colombia publicar es un privilegio que muy pocos tienen. Cuando exista la oportunidad de que más jóvenes talentos sean dados a conocer, estaremos dando un paso decisivo con miras al fortalecimiento de una cultura local, de una literatura bogotana que refleje una ciudad tan única como la nuestra.

Esperemos que el titulo de “Capital Mundial del Libro” no sea una ‘corbata’, que sirva de pretexto para sembrar más semillas de cultura y de conocimiento en las juventudes de una ciudad cuya dinámica no ha sido suficientemente reflejada por la literatura, quizá porque sus habitantes no han sido suficientemente amigos de ésta.

lunes, junio 20, 2005


Ojalá no se repita... (Foto Semana)

LA CULPA ERA DEL ESTADIO…

Que triste. Santa Fe va a jugar la final del fútbol colombiano en Bogotá. No digo esto por desprecio a los hinchas cardenales, lo digo porque parece que no aprendemos que una situación coyuntural no sirve para remediar otra situación así. Son del dominio público los hechos ocurridos hace algunas semanas en El Campín, lo que parece no saber nadie son las causas de esos hechos, y lo que es peor aún -y consecuencia de lo anterior-, nadie sabe con certeza cómo evitar que se repitan.

Como siempre, se buscaron los culpables pero no se encontraron. Se dijo que era culpa de los “bárbaros indolentes” de la Guardia Albirroja, de la Policía, de Lucho*, y hasta de nuestro amado fútbol, como si hallando un culpable y exponiéndolo a la opinión pública se extirpara de una vez y para siempre el cáncer de la violencia que se vive en nuestros estadios. Como de costumbre, una mala causa es justificada por una pésima razón. Y lo más triste es que esos inquisidores trabajan tan mal como piensan, porque hasta la fecha no hay consenso para satanizar a alguno de los anteriores actores.

Según miembros de la Guardia, la situación fue producto de una retaliación hacia ciertos miembros de la barra que, al parecer, cometían atracos dentro del estadio y dañaban el ambiente de la misma. Situación que no nos muestra nada nuevo: tristemente, es un reflejo del cotidiano de nuestra ciudad. Por otro lado, es cierto que la Policía no ejerció controles suficientes, pero la solución no está en llenar al Campín de agentes como si fuera una cárcel, eso es tapar el problema. Por su parte, Lucho no fue capaz de mantener la política de paz entre las barras que Peñalosa instauró, aunque esa tampoco sea la solución definitiva porque entre los equipos bogotanos no se tocan, pero cuando vienen hinchadas como la de Nacional o América siempre hay muchos problemas. El fútbol, finalmente, tampoco tiene la culpa. El hermoso deporte que elimina nuestras coherencias y mueve nuestros corazones al compás de la ‘pecosa’ no está diseñado para que sus hinchas se maten unos a otros.

La situación fue una coyuntura que se presentó, producto de una estructura que ya he descrito en otros ‘posts’ –crisis social-. La solución lógicamente no es coyuntural, como suelen creer nuestros burócratas. Héctor Abad Faciolince dijo alguna vez que Colombia es el único país del mundo en el que prohíben las motos para evitar que los sicarios asesinen montados en ellas. Análogamente, cerramos el estadio para evitar que entre hinchas se maten dentro de éste como si no lo fueran a hacer en otro lugar. Además, perjudicar a los demás hinchas y a Santa Fe, institución deportiva aquejada por deudas y en proceso de reestructuración –como todas las otras de nuestro país- es cuanto menos injusto.

Clasificaron a la final. Eso significa que, según el presidente del club cardenal, ésta debe jugarse aquí en la Capital puesto que “es más peligroso trasladar 30000 hinchas que tenerlos aquí”. ¿Cuándo aprenderán que lo peligroso no son los hinchas sino su situación? Una minoría de la Guardia es la que comete delitos, pero toda la barra “es” la culpable de esto. Debemos actuar con inteligencia, en vez de cerrar el estadio e incomodar a los hinchas y a los clubes es necesario analizar con seriedad, y de una vez por todas, el problema social detrás de las barras. Encierren a los antisociales que dañan la reputación del resto de la Guardia, un grupo de apasionados que merece todo mi respeto. Hagan trabajo pedagógico más allá de reuniones con un cura al cual se le salió la situación de las manos, y que todos en Bogotá se pongan la camiseta y trabajen por ese equipo como lo hicieron sus jugadores y su cuerpo técnico, que después de veinte años le regalan a sus hinchas y a la ciudad una final del fútbol nacional como pago a tantos años de decepción y sufrimiento. Que gane el fútbol, y esperemos que estos hechos no sean la “crónica de una masacre anunciada” como sostiene Alberto Arango, un tipo que comento en el ‘blog’ sobre Santa Fe que hace Primero Campeoni.
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*: 'Link' va a documento de Word

jueves, junio 16, 2005


¿Habrán suficientes carpas?

¿SERÁ VERDAD TANTA BELLEZA?

La página virtual de El Espectador publica una entrevista con Inés Elvira Roldán, gerente del Fondo de Ventas Populares, que aparece en la página personal de propaganda de Lucho. El tema no podía ser otro: los vendedores ambulantes y su proceso de reubicación. La entrevista, como buen elemento de propaganda oficial, solo habla bellezas. Que se les está capacitando, que se les está reubicando, etcétera etcétera.
Hay que reconocerlo: la Séptima está hermosa. Hoy caminé desde la Universidad, en la Jiménez, hasta la 57, y fue una buena experiencia. Hasta la gente hacía fila en los paraderos de los buses. La exposición de los afiches de "Bogotá Internacional", al frente del Parque Nacional, también fue bastante interesante. El día azul también ayudó. Hasta había donde comprarse un buen cigarrillo de cuando en cuando. Pero, ¿a qué precio?
Entiendo que todo este proceso de la reubicación de los vendedores ambulantes es largo y sinuoso. Pero no podemos consolarnos con paños de agua tibia como esta entrevista. En 2002 habían 105.558 vendedores ambulantes, según estadísticas del DANE y de la OIT. De la Séptima y del Restrepo sacaron alrededor de 30.000, y sólo han reubicado 1.245. Y eso si confiamos en que tanta belleza es verdad. Es triste que más de 25.000 personas, muchas de las cuales tienen hijos, no tengan cómo alimentarlos merced de una medida egoísta. Y es más triste aún que el señor Alcalde, que viene de la clase obrera y que conoce los padecimientos de la pobreza en carne propia, no haga nada coyuntural por ayudar a estas familias ni por evitar el crecimiento de la bomba social que, al paso que vamos, se nos viene encima.


Homero Simpson, ¿mala influencia o espejo?

REFLEXIONES SOBRE LA CAJA BOBA

Nota: Este texto fue publicado en el periódico El Punto, de la U. del Rosario.
Una persona promedio gasta cuatro horas diarias al frente de la ‘caja boba’, lo que suma 120 horas al mes, cinco días completos. El apodo no es gratis, algunos dicen que la ‘tele’ en efecto embrutece, y aunque creo que esto no siempre es así sí considero que es muy peligroso mezclar ignorancia con televisión. La programación es y a la vez no es el reflejo de la realidad, esta sí nos muestra los conflictos humanos pero nos maquilla a sus protagonistas, nos vuelve parte de una realidad tan visible como irreal con el objetivo de cautivarnos y de que compremos la cantidad de hermosos, útiles, prácticos y económicos productos que en los comerciales nos meten por lo ojos y los oídos.
El mundo es complejo, y más hoy día que nunca. A cada forma de pensar le sale de la nada su enemigo acérrimo, ya no se puede simplemente existir sin ser marcado de fascista o de libertino, de ‘godo’ o de ‘lobo’, de ‘sabelotodo’ o de ignorante. La televisión simplemente refleja esto, y con un poco de suerte toma una posición imparcial. Sin embargo, lamentablemente eso es mucho pedirle a la mayoría de los realizadores, que francamente sólo piensan en mercados metas para su pauta y no les importa algo más que vender mucha publicidad y que mucha gente la vea, porque así la pueden vender más cara.
Dado que MTV “es” un canal de liberados drogadictos y FOX “es” un canal de ignorantes, o que Caracol o RCN “son” unos fascistas vendidos, es fundamental que no sólo el observador educado, sino el espectador promedio comprenda que hay vida por fuera de la tele. ¿Qué hacer cuando uno ve una escena de una pareja que parece estar teniendo sexo y cambia el canal y ve al señor Presidente decir que “hay que dejar el gustico hasta el matrimonio”; o cuando ve las imágenes de la pobreza en África y tres canales más allá aparece un señor rapero con par esculturas humanas –léase modelos- a cada lado bajándose de un Rolls Royce? No comerle cuento a nadie.
Es triste, pero francamente no se puede esperar que alguien le diga la verdad a uno, y menos alguien que salga en televisión. En principio, “la verdad”, ese conocimiento incontrovertible, absoluto y revelado no existe, por lo que nadie tiene derecho a promulgarla como suya. Existen concepciones ante la vida, existen formas de pensar al mundo que, aunque en la mayoría de casos no son tan autónomas como quisiera, la gente tiene entre pecho y espada, y por eso salen en la tele.
Nada como la televisión como para enseñarnos a vivir y a pensar. Sí, es ‘chévere’ seguirla y verse como cualquiera de nuestros miles de David, ya no de Miguel Ángel sino de MTV, o de Pasión de Gavilanes. ¿Pero qué sentido tiene ser como ellos y no como nosotros? Lo que la tele no debería enseñarnos como vestirnos ni como pensar, debería enseñarnos a ser atentos y críticos, debería enseñarnos primero que todo a que el mundo va más allá de nuestra narizota y segundo que todo a que, como en el mundo, en la cajita de fantasía no hay nada completamente cierto ni completamente válido. Por eso digo que la ‘caja boba’ no es tan vacía como algunos críticos de lo que no ven creen que es, simplemente es tan vacía como la materia gris que se pose detrás de lo ojos de quien esté al frente de ella. ¿Qué tan banal es la tele entonces? Ojalá que muy poco, y más que eso, ojalá que cada vez menos.

miércoles, junio 15, 2005


Los vendedores sobre la Séptima

martes, junio 14, 2005

LA FIEBRE NO ESTÁ EN LAS SÁBANAS

A quienes frecuentamos el centro de la ciudad, no ha dejado de causarnos impresión la ausencia de vendedores ambulantes. Se comenta con alegría que finalmente se recuperó el espacio público, que se puede caminar sin miedo a ser atracado, que ya se respira otro aire y se vive otro ambiente, que el comercio legal, formal, organizado, que da empleo y paga impuestos finalmente vio recompensada su larga lucha por sus legítimos derechos, y otro montón de entusiastas y optimistas sentencias. La tan extrañada conciencia ciudadana que entre Mockus y Peñalosa se encargaron de entronizar parece volver a aparecer por momentos, en estas tristes épocas en las que un alcalde populista elegido por los vendedores ambulantes –cómplices de los atracadores- parece haber olvidado y pisoteado los entrañables avances en calidad de vida que otrora fueron el orgullo de nuestra ciudad.

Personalmente, esta me parece una visión egoísta e incompleta de la realidad. Egoísta porque protegiendo el espacio público de unos se está condenando al hambre a otros, que si bien no son mayoría tienen derecho a un pedazo de pan, un techo y una escuelita para sus hijos. ¿De quién creen que son hijos los atracadores, aquellos que supuestamente trabajan en llave con los vendedores? Seguramente no de aquellos que tienen la posibilidad de satisfacer estos derechos. Egoísta porque se está culpando a unos pocos de un grave problema social, del cual la inseguridad callejera no es más sino una de sus menos graves expresiones. El verdadero problema no es que no se pueda caminar en paz, es que haya quienes tengan que quitarle la paz al resto para comer o drogarse.

Ahora bien, ¿por qué incompleta? Ya creo haber dado indicios. Quienes pretenden que los bogotanos viven mejor porque ya no hay vendedores, está sacando a los vendedores del conjunto de los bogotanos. Además, me consta que el dia que sacaron a los comerciantes callejeros de la Séptima, nuestra querida avenida se llenó de indigentes.

Sacar a los vendedores fue como quitar una sábana del lecho del enfermo para ver si se le curaba la fiebre. Pero no, la fiebre no está en las sábanas. Algunos, por ingenuos o por tontos, no hacen sino alimentar una bomba social que, de estallar, nos dejará no sólo sin espacio público, sino sin posibilidad de engañarnos y seguir viviendo la ensoñación de la megalópolis perfecta que Peñalosa, con sus ideas salidas de tono, anacrónicas e ilusas, fabricó en el subconsciente colectivo de ciertos bogotanos. Además, ya no hay quien me venda un cigarrillo mientras camino por la calle.