viernes, junio 24, 2005

¡CASITA PARA MI GENTE!

Esa parece ser la consigna de la mediatizada creación del fondo distrital de subsidios para vivienda, bautizado con el rimbombante nombre de Pacto por el Hábitat Digno. Tarea difícil la de este nuevo organismo: solucionar los problemas de vivienda ilegal en Bogotá, sobre todo en sectores como Usme y Ciudad Bolívar, es una tarea ardua. Aquí voy a hablar específicamente de la primera localidad, cuya problemática conozco de primera mano.

Usme es un sector deprimido, al cual llegan cada año entre 20 y 50 mil desplazados a “invadir” terrenos para construir “casas”, cambuches de 5x5 metros con techos de zinc a medio poner, sin agua ni fluido eléctrico legal. La deserción escolar es del 70%, y la edad promedio de procreación es 15 años. La inseguridad, la nula presencia del organismo que dice llamarse “autoridad legítima” –léase Policía Metropolitana de Bogotá- y los altos índices de consumo de drogas y de trabajo infantil son muestras del gravísimo problema social que se sufre allí.

Para colmo, adivinen de que vivía una buena parte de sus habitantes: sí, señoras y señores, acaban de encontrar la respuesta del millón; de la venta ambulante. Va a ser imposible, en una palabra, que Lucho logre hacer de Usme un “hábitat digno” si sigue haciendo las cosas como las ha hecho hasta ahora. Con soluciones coyunturales como los Comedores Comunitarios, e imponiendo subsidios a personas cuyos trabajos son cada vez más difíciles de realizar y que por ende tienen cada vez menos ingresos -lo que lógicamente les impide tener la capacidad de ahorro suficiente como para aplicar a un subsidio de vivienda- no va a atacar el problema de raíz, lo que es especialmente grave por dos razones. Primero porque ellos, los pobres, fueron quienes lo eligieron; y segundo, porque se demuestra que en este país los desposeídos siempre han, y me perdonan la expresión,’valido huevo’.

Una pobreza como la de Usme requiere soluciones estructurales, complejas y difíciles. No pañitos de agua tibia, porque ¿de qué sirve que los niños coman si ir al colegio no les permite sobrevivir mejor ni les garantiza algo más que un cartón, mientras que les hace perder un par de valiosos años de trabajo?. Cuando la gente pobre no sólo de esta localidad sino de toda nuestra ciudad –sí doctor Peñalosa, en Bogotá hay más pobres que gente ‘play’, y si quiere ser candidato presidencial tiene que tener en cuenta que en el resto del país la cosa es aún peor y que la cosa no se soluciona pintando paredes ni poniendo parques- tenga en efecto posibilidades reales de desarrollar sus capacidades y tener ingresos suficientes para medio vivir dignamente, es que realmente podré pensar que Bogotá es una mejor ciudad. Si Lucho quiere ‘casitas pa’ su gente’, piense primero en la gente y después en las casitas.