jueves, diciembre 01, 2005

EL CORRIENTAZO

Todo empieza en un andén cualquiera del centro de Bogotá. Un payaso bullicioso y decadente, armado de sus más estrambóticos y desteñidos ropajes, se dirige al público peatón que a esa hora del medio día parece hambriento. El personaje empieza su pregón, saca su más payasesca –no se cómo describirlo de otra forma- voz y empieza a berrearle al megáfono el siguiente estribillo: “Siga la dama, siga el caballero. Siga el infante, ¡sigan todos! ¡Se les tiene el más delicioso, nutritivo, apetitoso y esplendoroso almuerzo corriente! ¡Sopa o principio, seco y jugo por tan sólo… ¡tres mil pesitos! ¡Bienvenido al Restaurante El Corrientazo, donde come bien y come barato!”

Este humilde cronista, más movido por su abundancia de hambre y su escasez de metálico que por el triste teatro del payasito, decide entrar al eléctrico establecimiento a tomar una vianda de “sopa, seco y postre” que le permita mantenerse en pie durante la tarde sin sufrir los reclamos de su ya maltrecho estomaguito. El sitio es exactamente lo que uno espera que un payaso como el de la entrada venda: bullicioso, decadente, estrambótico y desteñido. El sonido de la olla a presión se funde con el de los cubiertos y con el grito del mesero que le pide a gritos a la dependiente uno “de fríjol con carne”, mientras que un ejército de personas tan hambrientas como yo devoran con avidez sus almuerzos, que por cierto no huelen nada mal.

Busco una silla, y sólo encuentro una en el último rincón, al lado de una nevera de esas donde se ponen las gaseosas. Hasta allá llega el mesero, un tipo algo grasoso con cara de “aquí mando yo”, pero muy amable. Me ofreció de principio acelga, fríjol o “sopa de sancocho”; de seco papa, plátano, arroz, y carne frita o pollo sudado; y de sobremesa jugo de curuba en agua. Me incliné por la sopa y por la carne, no confío en los efectos secundarios de los fríjoles de la calle ni en la limpieza de una acelga, y mucho menos en el pollo que según el viejo mito urbano es pura y legítima carne de paloma.

Lo que sí es como un corrientazo es el servicio, no había yo terminado de decir gracias cuando ya llegaba la sopa, humeante y llena de “recado”. La devoré como en tres minutos, gracias a la voraz hambre que hasta entonces me atormentaba. El seco llegó, una montaña de harinas con un pedazo pequeñito de carne –era lo menos que se podía esperar por tres mil pesos-. También lo devoré, y no se si era por la ansiedad o por la sazón pero me supo a gloria, a lo que debió saberle a Maradona el beso que le dio a la Copa del Mundo en 1986.

Para sorpresa de algunos y supongo que para alegría de muchos, hasta el momento no he tenido problemas digestivos colaterales por la ingestión de almuerzo corriente, ni tuve inconvenientes por la aparición de objetos asquerosos de origen no identificado en algo de lo que me sirvieron –o al menos no me di cuenta-. Pero le agradezco a esa incoherencia tan característica de esta ciudad y esa necesidad constante del rebusque, que existan guaridas donde uno pueda matar el hambre por tres mil pesitos, donde los payasos vendan comida y donde el único riesgo de choque eléctrico es una indigestión monumental.

8 Comments:

At 7:12 p. m., Blogger David Motta said...

El corrientazo es una de las pocas costumbres salvables del país.

 
At 11:05 p. m., Blogger Juliette said...

Pues, yo he experimentado en varios sitios de Bogotá la experiencia de "almorzar fuera del hogar", y, todo depende del presupuesto. Generalemente opto por la comida rápida :D... Me sorprende que busques almuercito casero! :)

Y pues, si ya pasaste por el "corrientazo" del centro, también podrías pasar por "el arroz chino"... En todo caso, se queda satisfecho y bien atendido.

Un abrazo :)

 
At 11:06 p. m., Blogger Juliette said...

jejeje... tengo mucho sueño, por favor disculpa esa redundancia: "yo he experimentado en varios sitios de Bogotá la experiencia"...

 
At 1:10 p. m., Blogger Pili said...

Ay, eso se le hace igual, pues paila si sale muy robado, siempre hay que mirar dónde meterse...

 
At 7:37 p. m., Blogger José Luis Peñarredonda said...

FOUCAULT: Y yo hago para rescatarla: cada vez que "el hambre ataca, agarro un corrientazo". Un saludo.

JULIETTE: Pues la comida rápida deja con hambre a las tres horas, y me han contado historias asquerosament repugnantes del arroz chino... :S Para buen hambre, no hay mal almuerzo coriente... Un abrazote!!

PILI: Pues si... pero hay chuzos que desde la puerta dicen "no te metas"... Cuídate mucho

NANITA: Pues si has comido pollo en el centro, y de ese al que le salen plumas, ya sabes... Si no, freca:).. Bienvenida

 
At 11:31 a. m., Blogger Victor Perez said...

Cordial saludo:
Fue tan buena su cronica que me hizo dar ganas de almorzar a la temprana hora de las 11:30 a.m. Saludos.

 
At 10:25 p. m., Blogger José Luis Peñarredonda said...

VOPA: Buen provecho.. Un abrazo.

 
At 10:41 a. m., Anonymous Anónimo said...

llevo 3 anos en Pittsurgh muero por un maldito corrientazo !!

 

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