domingo, julio 31, 2005

HISTORIAS EN LA SALA DE URGENCIAS

El frío de la noche despejada se cuela por la puerta de vidrio, que desde afuera deja entrever el lento pero tenso movimiento dentro de la sala de urgencias. Las paredes azules, las sillas, la gente dormida y preocupada, médicos y paramédicos, el ruido del televisor… En una de las sillas está don Jorge, leyendo una revista y esperando al cardiólogo. Desde hace un par de horas le empezó a doler el pecho, nada serio si no fuera por su reciente preinfarto. A su lado, su mujer, con cara de evidente preocupación, con una bufanda y un gabán, y debajo de éste la pijama.

En pijama también le tocó salir de su casa a Juanita, una pequeña de cinco años cuya madre tiene a su hermanito en la barriguita. Ambas compartían una silla de ruedas, Juanita miraba a su madre de frente y abrazaba a su hermanito, mientras un Elmo de peluche se sentaba en la barriguita testigo de la escena. Pronto, la familia ya sería de cuatro. Otra mujer a punto de dar a luz hacía fila en el triage, ella sí estaba sola y tenía la mirada triste, no sabía donde estaba su esposo…

El lugar es pesado, forzosamente pulcro, con ese olor horrible de hospital y ese ambiente de circunstancia fortuita que hace imposible que uno se sienta totalmente a gusto, o totalmente cómodo. Es quizás el único lugar que existe por y para personas que no quieren estar allí, por aquellos cuya cotidianidad se interrumpe por una caída, un dolor, o hasta un balazo, y eso se nota. Es un lugar frío y poco emotivo, por más que haya niños que sonrían y ancianos que con su paz infinita esperen la muerte.

Este fue el caso de doña Etelvina, una venerable mujer de ochenta años a quien un escalón mal puesto le fracturó la cabeza del fémur. El dolor era insufrible, tanto que fue necesario inyectarle morfina para que ese dolor fuera una ilusión sensorial algo más agradable y requería una cirugía urgente. Dos cuartos a la derecha, don Jorge era sometido a un electrocardiograma de emergencia, y por la puerta, a toda velocidad, viajaba una camilla ensangrentada rumbo a la sala de cirugía con un cráneo fracturado y lesiones en la espalda… un Montoya etílico.

La sangre asustó a Juanita, quien apretó a su pequeño Elmo con fuerza y con la mirada buscó a su padre, y cuando lo encontró estaba pálido y mordiéndose las uñas a la víspera de Julián, el nuevo bebé. Dos puestos después, una señora arreglada lloraba en silencio, doña Etelvina, su madre, no había aguantado la anestesia. Jorge salió aliviado al ver los resultados del electrocardiograma, era una complicación normal de su preinfarto y podía ver terminar de ver crecer a sus hijos adolescentes. A la salida se estrelló con un borracho, quien gritaba que su mujer estaba ahí y que quería que no le mataran al primogénito. A quien sí se lo mataron fue al padre del ensangrentado, quien acababa de morir ante los ojos de aquel que le dio la vida, y el carro.

Lo único que puedo opinar es que ya fue demasiada vida, y demasiada muerte por un día.

14 Comments:

At 10:19 p. m., Blogger Pili said...

Demasiado todo, demasiado siempre.

 
At 5:13 a. m., Anonymous Anónimo said...

Esta interesante su cronica, Como hizo para tener acceso a la sala de urgencias? Bueno, la entrada es libre, pero estar al tanto del diagnostico de cada paciente ya es otra cosa...

 
At 6:20 a. m., Anonymous Anónimo said...

hay algo peor, mas escalofriante que todo eso y que usted no nombro no se sino pasa en el hospital del que usted habla pero que pasa en las urgencias de muchos hospitales del pais y es el voyerismo, hay que ver la entrada de ciertas urgencias donde en el momento en que llega un taxi, que son los que muchas veces realizan lo que normalmente debe hacer una hambulancia,bueno sigo mi relato entonces llega un taxi con un herido por ejemlpo como me toco ver varias veces y pongamos el ejemplo mas particular de un dia en que llegaron con un tipo herido de bala en la cabeza el llego acompañado de una mujer, en el momento en que llego el taxi no se de donde salio la gente pero en unos segundos ya el carro estaba rodeado de chismosos y ninguno a pesar que la mujer sola no podia sacarlo del carro se atrevio a dar ayuda, y lo mismo pasa cada vez que llega un herido o enfermo.hay personas que se quedan alrededor de las urgencxias y apenas oyen el carro que llega pitando para abrirse paso caen como gallinasos, ese es el pasatiempo de algunos personajes que no tienen nada que hacer.

 
At 8:05 a. m., Blogger José Luis Peñarredonda said...

PILI: Como siempre, tienes toda la razon :). EDITOR: Es cuestión de hablar con la gente y echar oreja, igual me tocó entrar a donde atienden y ahí fue todo más facil, parece que hay cierta solidaridad entre los familiares de accidentados... JUAN DAVID: De acuerdo, y lo peor es que no pasa solamente en las salas de urgencias. Una vez me tocó ver el caso de un indigente arrollado por un Transmilenio en que iba, y entre los sesenta chismosos que estaban haciendo el corrillo nadie fue capaz de darleuna mano al pobre señor. Gracias por sus comentarios.

 
At 10:33 a. m., Blogger Victor Perez said...

Cordial saludo:
Buena cronica. Elproximo reto es la entrada de Medicina Legal u sabado de puente. Se le mide?

 
At 3:05 p. m., Blogger José Luis Peñarredonda said...

VOPA: Pero por supuesto, dentro de quincer dias es puente... Gracias por su comentario.

 
At 7:00 p. m., Blogger Pili said...

Me interesa lo de medicina legal, por mi cuento de la abogacía y eso, y bueno, otras cosas.....

 
At 10:53 p. m., Blogger Juliette said...

Escudriñar en los gestos de la vida y la muerte... Nada como una sala de emergencia para hacerlo.

 
At 11:10 p. m., Blogger José Luis Peñarredonda said...

PILI: Ya me tocó hacer esa crónica, y x ahi hablaremos... JULIETTE: Exactamente esa era la idea, ahí es cuando uno se da cuenta de lo efímeros y volubles que somos. Gracias por vuestros comentarios.

 
At 12:15 a. m., Blogger Juliette said...

Sí que somos frágiles y efímeros... Normalmente no lo notamos inmersos en la película que cada quien hace de su vida, sin sospechar que no está en nuestras manos el sentenciar el final de la historia, claro está, salvo en algunos casos en los que la muerte siempre ha sido la protagonista. Efímeros y frágiles, sí que lo somos.

 
At 12:18 a. m., Blogger José Luis Peñarredonda said...

JULIETTE: Si, totalmente cierto. Algo así pense cuando vi al papá del Montoya etílico... Un saludo

 
At 6:03 p. m., Blogger David Motta said...

Sería interesante lo de Medicina Legal; personalmente he oido dos balaceras en mi vida y he visto los dos "muñecos" y la reacción de las personas es mejor que cualquier otra cosa, existen los que una vez suenan los tiros salen corriendo de donde esten para ver como fue; estan los precavidos que esperan a que pase un tiempo prudente y despues ver el regalo y finalmente los indiferentes que les va y les viene el devenir de otro nuevo Chucky. Los familiares lloran y lamentan la muerte de su hijo que pudo haber estado envuelto en un millon de crimenes pero en los ultimos días estaba "calmado". No soporto a los buitres de sangre que siempre son los primeros en llegar y los ultimos en irse de estos horribles espectaculos. Un saludo

 
At 7:05 p. m., Blogger Pili said...

Muerte, muerte, todo lo que me pueda expresar esta palabra es suficiente como para preocuparme por mi existencia. Lo único que anhelo es que sea decente, que no me duela antes de...

 
At 9:38 p. m., Blogger José Luis Peñarredonda said...

FOUCAULT: Eso que ud. menciona es interesante, las reacciones ante la muerte de otros. Personalmente tenía demasiadas emociones atascadas y no pude expresarlas. así que me limité a hacer la crónica sin opinar. Pero sí, igual la muerte es algo demasiado trascendental, demasiado "importante", y la sangre es escandalosa... Un saludo y gracias por su comentario. PILI: Entre menos duela mejor, pero ni modo, a todos nos va a tocar. Es mejor limitarse a vivir. Gracias por tu comentario.

 

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