lunes, octubre 10, 2005

EL PARQUE NACIONAL

Se supone que cuando la gente tenía a bien creer que Bogotá existía desde la séptima con Jiménez hasta la 53 -siendo esto ya extramuros-, nuestros queridos y seguramente bien intencionados urbanistas de entonces decidieron que a esta ciudad le hacia falta un espacio al mejor estilo del Parque Central de Nueva York, e idearon el Parque Nacional. Aunque siendo estrictos fracasaron, porque alrededor de este lugar no es que haya algo parecido a Manhattan, con todo lo que eso implica. Sin embargo, idearon un lugar que las últimas dos generaciones tienen en el pedestal de las cosas que valen la pena en Bogotá.

Cuando vivía en Barranquilla y venía de vacaciones a esta ciudad, el paseo dominguero desde la entrada al sur de la Javeriana hasta aquel alto donde nace el Río del Arzobispo -al menos- era inapelable. Ahora ya no tengo esa costumbre, pero de vez en cuando no perdona su visita para parar en una caminata ‘septimera’, o para tomarse una caja de vino con alguien un poco más arriba, donde los ojos inquisidores de la mundanal rutina no estorben.

Es de los pocos lugares que conservan una esencia, de esos a los que uno entra y sabe que está allí y no en otra parte. Es patrimonio de todos los amantes de la “comida chatarra” callejera, de todos los jugadores ocasionales de ‘frisbi’, de ‘la lleva’ y de fútbol de parque; es un rincón para aquellos que nos gusta ‘pastar’, entendiendo eso como estar echado en un pedazo seco de pasto tomando el sol y simplemente esquivando la cotidianidad rumiando los momentos y pensando en nada en absoluto. También es el lugar perfecto para imaginar la casa de Swann con todos sus jardines y su cotidianidad perdida en la belleza guiado por la pluma del genial Proust, o en general para salir del mundo de asfalto para entrar al de papel.

Para todos –o al menos quienes creemos que en Bogotá el único parque no es el de la 93, que ni siquiera debería ser llamado así- es importante, tiene algún recuerdo implícito o es escenario recurrente de un momento de esos que uno guarda. Por eso creo saber por qué lo bautizaron “Parque Nacional”. Quien se vaya un domingo por la mañana y se ponga a observar la gente entenderá la composición cultural del pueblo colombiano. Verá las más notables costumbres, como –obviamente- ‘gorrear’ parque, llevar la olla de sancocho, comer obleas y milhojas con almojábanas y mazorca asada, ponerse la camiseta publicitaria “porque es gratis y da caché” y bañarse en una corriente a 4 o 5 grados centígrados con calzoncillos y disfrutarlo como si fueran las termales de no se donde; en ese paseo se es testigo de esos momentos que nos gusta tener porque somos colombianos. Mejor dicho: en el Parque Nacional se conoce a la nación, de ahí el nombre.

3 Comments:

At 5:32 p. m., Blogger Pili said...

Solo me resta decir, que estoy totalmente de acuerdo.

 
At 5:30 p. m., Blogger *Ivonne*BlackCatHat said...

Parque Nacional, si llego a perder la memoria juro que eso no se me borraría nunca, de verdad.

 
At 6:01 p. m., Blogger Victor Perez said...

cORDIAL SALUDO:
Ese lugar es un icono no solo de Bogotá sino de todo el pais. Lo que no sabia era que la gente se bañaba alli y menos aun que lo hacia en calzoncillos. Con el frio de Bogota deberian hacerles una estatua que conmemorara a tales valientes.

 

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